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El chavismo está destruyendo a Venezuela

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✍️ Por: Yohmar Castillo

Las explotaciones chinas en Venezuela, que se han intensificado desde la llegada de Hugo Chávez al poder, han dejado a nuestro país en un estado de desolación alarmante. La gran mayoría de estos proyectos parecen ser poco más que un cruel desprecio hacia los venezolanos, un chiste de mal gusto. Según el grupo periodístico independiente Armando.Info, en su serie de artículos “El Joropo del Dragón” (cifras actualizadas hasta el año 2013), un total de 174 proyectos se ejecutaban en Venezuela. Sin embargo, el término “ejecutaban” es exagerado cuando, 10 años después, lo que vemos es una escena de miseria. Tomemos como ejemplo el famoso proyecto de ferrocarril en Venezuela, cuyos grandes pilares se alzan como monumentos a la negligencia, ignorados por quienes deben transitar cerca de ellos todos los días. Hoy en día, estos proyectos no son más que testimonios de la desidia, de una planificación absurda, del despilfarro, la corrupción y el irrespeto a los derechos humanos.

El régimen dictatorial de Maduro, en 2023, vuelve a rendirse ante la dictadura china en un intento desesperado de mejorar su imagen de cara a las “elecciones” previstas para 2024. Maduro parece engañarse a sí mismo al creer que es un actor relevante en el tablero geopolítico internacional, cuando en realidad, debido a su dictadura, no es más que un simple peón en la estrategia geopolítica china, hundiendo a Venezuela en la peor crisis de su historia.

¿Son simplemente cuentos chinos? Una vez más, el régimen chavista ha firmado acuerdos de cooperación con la dictadura china, pero según los datos presentados, ha incumplido estos acuerdos, añadiendo 31 más (sumando un total de más de 500 acuerdos de cooperación firmados desde el año 2000). ¿Qué podemos esperar los venezolanos de esto? Exacto, una vez más, la indiferencia de aquellos que pasan todos los días junto a estos imponentes monumentos a la negligencia.

El dictador Nicolás Maduro busca en China una vía para aliviar la profunda crisis en la que él y su régimen han sumido a Venezuela. Se estima que la deuda con el dragón asiático asciende a más de 60.000 millones de dólares, una cantidad suficiente para construir el infame tren Tinaco-Anaco más de 20 veces. ¿Dónde se encuentra todo ese dinero que debió ser invertido en nuestro país? No se ve en los hospitales, en las escuelas y liceos, no se ve en las carreteras ni en la infraestructura. Y por supuesto no se ve reflejado en una mejora de la calidad de vida del venezolano.

La explotación minera es solo uno de los muchos intereses chinos en Venezuela. Para el régimen, esta es una fuente de financiamiento que se renueva cada vez que los dictadores se reúnen, uno vendiendo al pueblo venezolano por unas monedas y el otro buscando mantener su agenda geopolítica internacional a través del control de las materias primas en nuestro territorio. China ha reconocido que la inversión en Venezuela no es rentable para sus intereses a menos que se trate de la extracción de materias primas, entre las cuales destacan el petróleo, el oro, la bauxita, los fosfatos, los diamantes, el uranio, el coltán y el torio; además por supuesto, de utilizar Venezuela como una baza de entrada hacia la región de América Latina y el Caribe, históricamente influenciada por su principal rival geopolítico, los Estados Unidos.

La creación del Arco Minero del Orinoco en 2016 ha servido principalmente para fomentar la minería ilegal, la cual es extremadamente perjudicial para el medio ambiente y está en gran medida controlada por grupos irregulares como el ELN, que operan en la frontera colombo-venezolana y utilizan pasos ilegales para exportar el oro hacia destinos que se sospecha que incluyen China, Rusia, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos. El impacto ambiental y social en el Arco Minero es devastador, afectando no solo a las comunidades urbanas, como en por ejemplo, la calidad del agua, y el desplazamiento forzoso de hombres y mujeres a una actividad económica no formal para poder mantener a sus familias, sino también a las comunidades indígenas, que a menudo son víctimas de falsas promesas que las alejan de sus estilos de vida rurales hacia la minería ilegal. Esto recuerda el triste caso del régimen de Mugabe en Zimbabue, donde la política se apoderó del liderazgo indígena y las élites locales.

Frente a esta situación, los venezolanos de bien exigimos acciones concretas en lugar de meros informes. El ecocidio en el Orinoco ya está documentado y las artimañas de la dictadura son evidentes como una catedral. Los monumentos a la negligencia seguirán en pie como burla si no actuamos. Exigimos el cese del ecocidio en el Orinoco y la detención de la minería, tanto la legalizada por la dictadura como la ilegal. Exigimos el respeto de los derechos humanos de las más de 190 comunidades indígenas del estado Bolívar, así como el derecho humano a un medio ambiente limpio para todos los venezolanos.

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